viernes, 24 de marzo de 2017

Los Hermanos, la herencia que permanece

Los hermanos complementan a la familia y forman una comunidad de destino. No importa si vivimos algún día bajo el mismo techo, si compartimos tiempo juntos, si tenemos un contacto a menudo; la palabra hermano conlleva que nuestro origen en algún punto es la misma, madre y/o padre, y que pertenecemos al mismo sistema familiar. Ellos entran en nuestras vidas para enseñarnos los primeros pasos de la experiencia de compartir y a veces eso no es nada fácil. Quién alguna vez no ha escuchado que los hermanos que no se pelan, no son hermanos? Además del amor y la atención de los padres, abuelos, tíos y demás integrantes de la familia, compartimos también el conjunto de reglas y valores que recibimos de ellos, y que más adelante, nos sirven de base para nuestro proprio conjunto de reglas y valores. En consecuencia otro aprendizaje que experimentamos entre hermanos es la compensación entre el dar y el tomar entre pares. Llamamos de pares la relación entre los hermanos, la pareja, los primos y también amigos. Aquel que da es inocente y el que toma se siente culpable por eso tiene la necesidad de retribuir. Pero no siempre eso se logra de una forma fluida pues los hermanos menores están más acostumbrados que se los cuiden y los mayores se sienten en la obligación de protegerlos y cuidarlos. El equilibrio entre hermanos, se logra cuando los hermanos menores honran a los mayores y los últimos cuidan de los menores. Según Hellingher el lugar de fuerza en nuestra vida es aquel que nos corresponde en la jerarquía familiar. Pero cuando un hermano fallece o no llega a nacer, este lugar puede estar corrido. No siempre sabemos de estas historias, ya que son dolorosas en las familias, pero cargamos como una sensación de soledad o de que algo nos falta porque nuestra alma siempre sabe. A su vez aquel que se queda en el plano de la vida siente que tuvo “más suerte”. Esto Hellingher lo llama de culpa del sobreviviente. Esa culpa puede ser vivida de diferentes maneras, una conducta demandante de atención y cuidado, una enfermedad, una sensación de insatisfacción, pero en todas lo común es que no permiten que la vida fluya y que uno se ocupe de su vida. A través de un trabajo en una constelación familiar es posible ordenar lo que esta desordenado, incluir aquello que fue excluido, no importando si están vivos o muertos. La nueva imagen de orden permite que se pueda vivir plenamente la experiencia de pertenecer a esta comunidad de destino. Cuando de verdad podemos verlos podemos reconocer a nuestros padres en ellos. Las similitudes nos imprimen la certeza que somos 100% de nuestra madre al igual que de muestro padre. Los hermanos son nuestros testigos validos que nos acompañan antes y después de la partida de nuestros padres. Y por último la llegada de los sobrinos, tal como los hijos propios nos demuestran que la vida sigue hacia adelante con toda su fuerza y plenitud; y que esta es la única manera de que valga la pena todo el esfuerzo de nuestros padres y todos los que llegaron antes que uno.
Dedico este articulo a mis amados hermanos por orden de llegada; Manuel, Olivia, Silvio, José Luis, Antonio Luiz y todos los que no llegaron a nacer, antes y después de mí, y que tienen de igual forma un lugar en mi corazón. Los honro por todo lo que he tomado y por todo el amor compartido.

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