miércoles, 15 de abril de 2015

El Amor Ciego y la Locura

Hoy en día vemos que a muchos jóvenes les cuesta salir de su casa, hacer su vida y, aun después de lograrlo siguen muy pendientes de sus padres. Algunos son exitosos profesionalmente, forman su propia familia, pero al verse en el rol de padres/pareja se muestran débiles, dudosos, poco creíbles. Muchas veces parecen más relaciones de amigos/hermanos que de padres e hijos o de pareja. Tanto en el caso del hijo que no puede irse de su casa como el que aparentemente lo logró; se evidencian sentimientos hacia los padres, traducidos como gratitud, reconocimiento, culpa, lastima, pena y que aunque parezca una locura los hacen creer que pueden ser los padres de sus propios padres. Bert Hellinger lo llama a esto de Amor Ciego, cuando por lealtad y arrogancia el hijo dedica su vida a cuidar de sus padres, a estar a su merced mientras su propia vida es puesta a un lado. Como si tuviera contraído una deuda tan grande que no le alcanzaría la vida para pagarla. Además socialmente estos hijos, devotos a sus padres, son vistos como hijos que aman mucho a sus padres y, por lo tanto mejores personas. Cuánto más uno recibe como hijo, más difícil es dejar a los padres. Sentimos una necesidad profunda de equilibrar el dar y el tomar. Una de las tareas más difíciles que nos toca en esta vida es aceptar que nuestros padres tienen un destino, y que como hijo nada puedo hacer para cambiarlo. Ningún intento de hacerse cargo de algo por los padres tiene éxito y está condenado al fracaso de todos los participantes. Cuando uno no se hace cargo de su vida para cuidar a los padres infringe el Orden de la Jerarquía, que dice que frente a los padres los hijos siempre serán chicos y no deben inmiscuirse en las decisiones de los grandes. Para hacerse cargo de la vida, que nos dieron nuestros padres, es necesario humildad para honrarla, y humildad para asentir a todo tal cual fue. Esto también incluye a las decisiones que tomaron nuestros padres, de como ellos se encargaron de sus vidas y como hoy en día lo siguen haciendo. Y así como en el cuento donde por culpa la Locura siempre acompaña al Amor después de haberse quedado ciego buscándola, uno puede preguntarse cómo hacer para aceptar al destino de los padres, asistirlos cuando necesitan sin abandonar la propia vida? Según Hellinger la manera de equilibrar y retribuir la vida que nos dieron es encargándonos de nuestras propias vidas, haciendo algo muy bueno con ella; cuidando la vida en sus diferentes formas; hijos, pacientes, alumnos, clientes, animales, plantas, etc. A través de una constelación, aunque los padres no estén más vivos, se puede reconstruir esta jerarquía restableciendo el orden y de esta manera El Amor recobra la visión y vuelve a fluir dentro del sistema familiar.

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